Si pudiera tocarte
con la paz que me provocas
Si pudiera besar
el viento en tu cabello,
si pudiera, tal solo, acariciar
el llanto de tu pecho
¿Qué sería de mí?
Pensarte constantemente se ha
convertido en mi hábito ideal.
En la forma que acaricio tu rostro,
a lo lejos,
porque la distancia jamás se había
convertido en un bache en mi vida.
Hasta que llegaste tú,
dispuesto y en calma;
y en cambio:
Construiste puentes,
sacudiste montañas
y volaste mares...
llegaste hasta mí para enseñarme
que no existe razón alguna
para no besarnos los sueños,
Para enseñarme que no es más
valiente el que besa dos veces,
sino, aquel que se atreve a besarse entero,
sin filtros.
Y temblando de miedo, sin razón aparente,
le importa un carajo el mundo entero,
y se atreve a mirarte,
y se atreve a soñarte,
y se atreve.
Porque la vida es de aquellos
que aunque pueden huir
Se quedan a acompañarte el alma.
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